Nullius: Revista de pensamiento crítico en el ámbito del Derecho e-ISSN 2737-6125
Publicación semestral. Edición continua. Año 2021, Vol. 2, No 1. pp. 84-103. (enero-junio, 2021).
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Facultad de Ciencias Humanísticas y Sociales. Universidad Técnica de Manabí. Portoviejo, Ecuador
Reseña de los modelos de desarrollo aplicados en el país
Siguiendo a Alberto Acosta en su célebre “Breve histórica económica del Ecuador”
(2002), el primer modelo de desarrollo aplicado en el país se pone en marcha, luego de casi
un cuarto de siglo de inestabilidad política y altibajos económicos, años de “crisis
prolongada” (Acosta, 2002, 80-92). En este período Ecuador entró, junto con otros países
de la región, en una época de mayor estabilidad y políticas desarrollistas. Los principales
elementos del desarrollismo en América Latina consistían en la promoción de la
diversificación de la producción, especialmente de la industria, para el mercado nacional y
la creación de una capacidad estatal en la planificación económica y promoción social, con
incrementos importantes en las inversiones en la educación y salud pública. Las tasas de
crecimiento durante esta época fueron impresionantes en el hemisferio y la incidencia de la
pobreza se redujo significativamente entre 1950 y 1980 con los principales logros registrados
en los países de mayor envergadura. Sin embargo, en el Ecuador también, las tasas de
crecimiento fueron bastante altas, aunque se basó el auge de la exportación de productos
primarios (banano y petróleo) que en la diversificación industrial. El PIB per cápita creció a
un ritmo de 2.9% anual durante 1950-1973 y a 3.3% durante los años del boom petrolero,
1973-1980 (Acosta, 2002).
Las políticas desarrollistas específicas que en el Ecuador se desplegaron fueron:
reformas agrarias (1964 y 1973), la promoción de la industrialización, incluyendo la
protección aduanera, la siembra del petróleo en inversiones en infraestructura
(electrificación, dotación de agua potable, vías de comunicación, etc.), educación, y salud
pública, y el fortalecimiento del rol del Estado en general. Sin embargo, el estilo ecuatoriano
de desarrollismo más bien concentraba que redistribuía la riqueza generada por el boom
petrolero. Las zonas campesinas e indígenas, como las afroecuatorianas, recibieron poco de
la bonanza de los 70, aunque las oportunidades de migración y empleo en la construcción
en las ciudades principales se incrementaron hasta la crisis de la deuda externa a comienzos
de los 80. Esta crisis, vale apuntar, tuvo sus orígenes fuera del país, en la decisión del
gobierno de los Estados Unidos de elevar las tasas de interés (Dávalos, 2008).
Más adelante, a partir de 1982 el Ecuador entra a la fase neoliberal, aplicando un
modelo de desarrollo basado en las recetas del Consenso de Washington, el cual surgió como
una respuesta para enfrentar la crisis de la deuda del tercer mundo y consistió en una serie
de políticas promovidas por los gobiernos de los países centrales y las instituciones
financieras internacionales con sede en Washington, DC, el Banco Mundial (BM) y el Fondo
Monetario Internacional (FMI), son los más importantes. Estas políticas neoliberales han
sido duramente criticadas, entre otros, por el Premio Nobel y ex-economista en jefe del BM
Joseph Stiglitz por formar una ideología cerrada o tendencia supremacista del mercado
(2002). Los elementos específicos del “Consenso de Washington” consistían en una
combinación, a ser rápidamente implementada, de liberalización de mercados financieros y
comerciales; promoción de exportaciones, especialmente de productos primarios en la gran
mayoría de los países en desarrollo; la austeridad fiscal que implicó reducciones a menudo
drásticas en los presupuestos para educación y salud junto con la paralización de reformas
redistributivas (como la reforma agraria); privatización de empresas públicas y reducción
del rol del Estado en la economía en general; “flexibilización” laboral; e incentivos para
atraer la inversión extranjera (Stiglitz, 2002, 53-88).
Con el ascenso de Rafael Correa al poder en el 2007, la política económica y social del
país toma un rumbo diferente. Nos adentramos en lo que se denomina la Revolución
Ciudadana, dando un giro de 180 grados a un nuevo modelo de desarrollo basado en el ser
humano, en los derechos de los pueblos y nacionalidades, el respeto por la naturaleza, el
cambio en el modelo económico. Este nuevo modelo sui géneris se denominó “Buen Vivir o
Sumak Kawsay”, inspirado en las propuestas de desarrollo propio o de etno desarrollo de los