decisiones políticas que sí emanan de procesos democráticos y representan a las mayorías. En
síntesis, eliminan la voluntad popular por la vía judicial perfilada desde los PAE’s en los noventa.
Pese a que la construcción de la “democracia viable” se efectúa sobre nociones de libertades,
defensa de derechos humanos, gobernabilidad y construcción de un Estado de derecho nacional e
internacional, queda al descubierto que las reformas judiciales -en las que se abusa de la ley, se
dirimen conflictos políticos en tribunales, se constriñe o anulan procesos e instituciones
democráticas- entran en contradicción con la supuesta igualdad de las naciones al producir
asimetrías: a la vez que el lawfare se apoya en la noción del Estado de derecho, lo niega
constantemente para crear un sistema donde el imperio de la ley, igualdad, democracia,
transparencia, derechos humanos, etc. quedan sujetos a las decisiones -políticas- del poder judicial.
En México, desde que se pusieron en marcha las reformas judiciales con asistencia y
financiamiento de EE.UU., éstas contribuyeron a autonomizar a uno de los poderes de la
federación. A su vez, este proceso de reformas en el Estado fue apoyado por parte de sectores
sociales particulares élites política y económica- y numerosas OSC que conforman una amplia red
de poder en México y se erigen como oposición al gobierno de AMLO.
Ejemplo de ello, el desafuero a AMLO en 2005 que precedió al aumento de presupuesto para
proyectos como la Iniciativa Mérida, que desde 2008 pregona la “capacidad para mantener el
Estado de derecho” como uno de sus pilares. Además, los órganos autónomos creados durante el
neoliberalismo han acotado la capacidad de gobernar, tanto del ejecutivo como del legislativo,
ambos emanados del voto popular por la vía democrática. Ello ha incidido en la seguridad pública,
fronteras, instituciones judiciales y -sobre todo- en la reforma al sistema penal como parte de un
amplio programa militarizado de seguridad.
Ante la creación de un sistema penal acusatorio, de las reformas judiciales y con el cambio de
gobierno presidido por AMLO desde 2018, se tornan evidentes las complicaciones al establecer
una política económica no neoliberal desde el ejecutivo:
Observamos un caso potencial de lawfare contra el gobierno alternativo al neoliberalismo que
preside AMLO -en el cual el Estado detenta mayor presencia social y en la regulación del mercado
capitalista- debido a que los poderes económicos nacionales y extranjeros, la oposición política y
los poderes fácticos -medios de comunicación cuyo foco es manufacturar consenso para frenar a
AMLO-, recurren cada vez más a la vía judicial como instancia para restringir decisiones políticas
del ejecutivo y legislativo, incluidas las denuncias ante la FGR. No obstante, subrayamos que no
todo proceso judicial contra figuras políticas deriva en un caso de lawfare.
En este sentido, aunque AMLO y algunos funcionarios de su gobierno tengan denuncias ante la
FGR, no se ha concretado, hasta ahora, un uso parcial y faccioso de la ley que derive en lawfare.
Desde esta perspectiva, democracia, Estado de derecho, lawfare, son conceptos que permiten
observar procesos políticos, económicos y de seguridad en la región, que encarnan en su seno las
contradicciones del capitalismo monopolista, mismas que dejan al descubierto las tendencias