En este contexto, las nacientes disciplinas escolares tuvieron el rol de ser las creadoras de
imaginarios nacionales nuevos, capaces de agregar y cohesionar a los diferentes grupos sociales
alrededor de un proyecto nacional nuevo. El rol principal lo tuvieron las materias de historia y
cívica (Bustos, 2018), pero también la geografía (Sevilla Pérez, 2013) y la literatura (Ortega
Caicedo, 2017), a través de la selección de temas y la escritura de un relato que iba creando un
sentido de pertenencia y una “identidad nacional” de carácter asimilacionista y castellano.
Los estudios sobre los currículos y los libros de texto resultan entonces ser de enorme
importancia e interés para entender de qué manera se reproducen los elementos ideológicos del
Estado-nación, a través de cuáles construcciones narrativas y elecciones lexicales. Esta línea de
estudios en la que nos insertamos, nace en los años 80 del siglo XX con los estudios de Marc Ferro
(1981), quien utilizó el análisis de los manuales de historia para deducir la representación de los
discursos ideológicos de cada estado nacional. En los años recientes, esta perspectiva se ha ido
desarrollando también en el contexto ibero y latinoamericano, uniéndose al análisis crítico del
discurso (Atienza, 2006). Estudios sobre el trato que los manuales escolares de historia dan a los
indígenas han sido realizados en Chile (Marimán y Flórez, 1996), México (Campos, 2010) y
Colombia (Cerón, 2015); de igual manera ha sido estudiada la presencia de los afrodescendientes
en Brasil (Crestani, 2003), y Colombia (Soler Castillo, 2008). En Ecuador, como veremos, existen
estudios sobre la interculturalidad en los libros de texto de los años 90 del siglo XX (Granda
Merchán, 2003), y los que han sido realizados por los autores de este artículo sobre los
afroecuatorianos en los currículos (Brito Román y Gámez Ceruelo, 2019) y el trato dado a la
historia pre-hispánica por los manuales escolares (González Díez y Brito Román, 2020).
Todos estos estudios se colocan en la dimensión del nivel declarativo de los currículos
(Dussel, 2010), con el evidente límite -que nosotros mismos reconocemos- de no acceder a lo que
es el nivel de la práctica escolar, es decir, a esa dimensión del currículo real en la que el texto es
objeto de recepciones, apropiaciones, resistencias e interpretaciones diferentes por parte de los
docentes y de los estudiantes (Choppin, 2008; De Cock, 2018). Si bien es evidente que el texto es
objeto de apropiaciones y usos muy diferentes por parte de los actores educativos (Rockwell,
1995), en el marco de este artículo queremos en cambio remarcar la perspectiva según la cual el
texto es la primera concreción del currículo, y por lo tanto el mediador entre el las ideologías
oficiales y las comunidades educativas formadas por maestros y estudiantes (Carretero, 2007). Por
lo tanto, si bien es verdad que las escuelas no son espacios de mera recepción ni reproducción de
un saber o una ideología impuestos desde los currículos (Rockwell, 1986), currículos y libros de
texto mantienen una importancia fundamental al ser instrumentos prescriptivos con pretensiones
reproductoras y transmisoras de un discurso oficial; es a través de ellos que se manifiestan las
concepciones oficiales sobre los imaginarios nacionales, y se dan claves de lectura a estudiantes y
docentes sobre su posible asimilación.
De esta manera, en nuestro artículo haremos un análisis de las ideas de “ciudadanía”,
“identidad nacional” y “diversidad cultural” en el sistema educativo, a través de los documentos
oficiales, como currículos, documentos e informes oficiales que tienen que ver con la enseñanza
de la Historia y la Educación para la ciudadanía. Dada la extensión del tema, en la primera parte
nos concentraremos en la génesis e inicial desarrollo de estas ideas en la época republicana (1830-
1970), para desde ahí dar un salto al presente, y ver en la segunda parte del artículo, cómo a partir
de los años 90 del siglo XX se plantean cambios normativos a nivel legislativo y curricular que
ponen en crisis las ideas tradicionales y excluyentes de ciudadanía, poniendo al centro de la
atención la interculturalidad. En esta segunda parte nuestro análisis continuará a hacer uso de los