instituciones a proteger dichos derechos, aun precautelando que en el conjunto de diversas
expresiones culturales en un territorio se garantice el intercambio cultural, la interculturalidad, y
se evite la dominación, la imposición y la supremacía cultural. Para ello es necesario políticas,
legislaciones y programas públicos que fomenten los derechos culturales en medio de la diversidad
cultural de las poblaciones. Por ejemplo, se requiere que el Estado y los gobiernos fomenten,
precautelen y fortalezcan los derechos culturales de grupo, de forma específica y con
correspondencia colectiva, tales como el derecho a la identidad cultural, al patrimonio, a los
territorios ancestrales, al uso y fomento de las lenguas, a la educación propia, a la permanencia de
instituciones tradicionales, a planes de desarrollo con visión cultural, incluso el derecho al
desarrollo cultural y el derecho a la vida buena, al vivir sabroso. Y justo en este contexto,
intentamos resolver la problemática de los derechos culturales en la afrodescendencia y en el
pueblo tribal afrochileno.
El pueblo tribal afrochileno y sus derechos.
A manera de ilustración, cuando, hablamos de los “afrodescendientes” o de las personas o
poblaciones afrodescendientes, lo entendemos como un etnónimo que detona a los descendientes
de africanos sobrevivieron a la trata la trata esclavista en las Américas. El concepto abarca a todos
los pueblos descendientes, directa o indirectamente, de la diáspora africana en el mundo. Los y las
Afrodescendientes son parte integral de la historia y de los procesos económicos, políticos y
sociales de construcción y desarrollo de las naciones en América Latina y el Caribe. Los censos
nacionales estiman que el 21 % de la población total de la región, un poco más de 134 millones de
personas, son afrodescendientes. A pesar de importantes avances legislativos internacionales y
nacionales reconociendo la diversidad cultural y étnica y los derechos de las poblaciones
afrodescendientes, siguen condiciones drásticas de desigualdad social y económica y brechas de
información y reconocimiento que afectan todos sus derechos.
Los afrodescendientes de Chile, especialmente los asentados en el Valle de Azapa, región
de Arica (frontera con el Perú) vienen desarrollando un intenso proceso organizativo que les
permite dar visibilidad y obtener garantía de derechos como minoría étnica (Fernández, 2004;
Salgado, 2013; Báez, 2010). Desde que en el año 2000 se celebró en Santiago la Pre Conferencia
preparatoria de la III Cumbre Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial y otras formas
conexas de intolerancia estas comunidades afrochilenas irrumpen en el campo político con una
agenda política y acciones colectivas dirigidas al reconocimiento político como grupo cultural con
derechos específicos; (Díaz et al., 2009; Maraña, 2010). Una encuesta aplicada por el Instituto
Nacional de Estadística de Chile (INE) llevada a cabo en el 2013 reveló que los afrodescendientes
en Arica y Parinacota alcanzan las 8,415 personas, equivalentes a un 4,7% del total de las personas
en la región, lo que indica que serían la segunda mayoría de pueblos étnicos en el norte de Chile,
después de los aymaras. Según el INE, 3,317 hogares se reconocieron como afrodescendientes, lo
que corresponde al 6,2% de los hogares de Arica y Parinacota, donde se destacan asentamientos